El “Leviatán o la materia, forma y poder de un Estado Eclesiástico y Civil”, resalta el temor y pesimismo que despierta en su autor, las diversas circunstancias que vive Europa y especialmente la Inglaterra del siglo XVII. Si bien el autor tiene una posición fuerte en contra de la escolástica y la tradición religiosa, no debe considerarse ateo, aunque no es un creyente común.

 

 

22 de Marzo de 2007

 

Es importante considerar dos definiciones primarias que dan pie a esta obra, la primera es la de “Naturaleza”, esta es el “arte por el que D-s ha hecho y gobierna el mundo[1]”, y una segunda definición es la de “Vida”, y por esto se entiende: “un movimiento de miembros cuyo principio está radicado en alguna parte principal interna a ellos”[2].

En cuanto a la primera definición, el autor considera que dicho arte es imitado por el hombre en tanto tiene la facultad de crear, la segunda revela su visión mecanicista del hombre, en tanto que la vida es el resultado de movimientos y que puede ser estudiado desde una explicación física. En este sentido el hombre no solo imita a D-s al poder crear, sino que va más allá creando vida artificial y además un nuevo hombre artificial, lo que llamamos ESTADO.

Así pues el autor llama la atención al estudio del hombre, sus pasiones y deseos para poder conocer algo que pudo haber transmitido a su hombre artificial, al Leviatán. Es decir, buscar dentro de nosotros, conocernos a nosotros mismos, para así poder conocer algo de los otros hombres y del Estado o República del que son artífices y parte constitutiva a la vez, pues si bien el hombre ha creado el estado, también se debe considerar que es materia constitutiva del mismo, no se puede concebir un Estado, sin hombres.

La segunda definición que se ha referido es el enfoque que seguirá toda la obra del autor. Así pues resaltaremos en este trabajo lo referente al “lenguaje”, aquello que distingue al hombre de otras bestias. Y considerado por el mismo Hobbes como el mayor logro y creación del hombre[3].

            Todo de lo que tenemos “conciencia” se origina en los sentidos, y esto es el pensamiento. Cuando Hobbes trata con el pensamiento lo define como “representación o aparición de una cualidad o de cualquier otro accidente de un cuerpo ajeno a nosotros, al que comúnmente llamamos objetos”[4]. Es evidente que esta opinión dista mucho de la tradición aristotélica tomista, porque en principio nosotros no abstraemos la forma del objeto, o nos informamos, sino que nos vemos afectados por los accidentes de los objetos y hacemos una representación. Pero este proceso tiene otra variante y es el movimiento.

Si tomamos en cuenta que la “sensibilidad” es afectada por los objetos, podemos explicar como se puede llegar a un pensamiento o a una representación del objeto a partir de una explicación física. La sensibilidad genera un movimiento, a manera de un receptor. Los accidentes del objeto generan movimientos hacia los sentidos y los afecta, este choque produce un tercer movimiento que va en una dirección distinta a los otros. Hobbes cree que toda acción, produce una reacción, y una presión, produce una contrapresión. Pues el estimulo que da pie a este tercer movimiento recorre el cuerpo hasta que llega al cerebro o corazón donde se produce una reacción o una contrapresión, generando un movimiento distinto, dando como resultado la fantasía, el pensamiento o el sentido. Es decir, el pensamiento es un movimiento, y su origen es interno, por lo que una vez generado dicho movimiento, no necesita del estímulo que lo originó, y esto es así por algún tiempo. Todo este proceso es a partir de un primer impacto que se da entre el movimiento que genera los accidentes del objeto y nuestra sensibilidad, pero que al desencadenar una serie de nuevos movimientos dentro del cuerpo, forma una fantasía en nosotros, y el movimiento genera movimiento, no algo distinto. Esto significa que estos movimientos pueden variar desde el principio y no tienen que ser siempre iguales en intensidad.

Hobbes cita el principio de inercia postulado por Galileo, que formula que “un punto material no sometido a fuerza externa alguna se encuentra en reposo o en movimiento rectilíneo y uniforme[5]”, o lo que es lo mismo, toda cosa que esté en reposo lo estará hasta que algo lo mueva y modifique su estado de reposo; dicho principio es aceptado, pero algunos no consideran como verdadero de que todo movimiento es detenido por acción de alguna otra fuerza. En el caso del autor ve como verdadero dicho fundamento y además le agrega que se detiene de manera gradual en el tiempo y no de golpe. Las implicaciones de dichos principios afectan todo lo dicho anteriormente, a saber: la noción de vida, la interacción entre la “sensibilidad” y los accidentes de las cosas, incluso el pensamiento entendido como movimiento.

Los pensamientos van perdiendo “intensidad” en el tiempo de manera gradual y es lo que el autor llama el sentido debilitado, de allí surge la imaginación y la memoria.

La secuencia o encadenamiento de estos pensamientos Hobbes lo conoce como discurso mental[6]. Y le llama encadenamiento o discurso mental porque los pensamientos se siguen unos a otros de manera causal no por azar o arbitrariamente. La razón por la cual los pensamientos no son aislados es que siempre un pensamiento es un movimiento generado por la interacción de una contrapresión, y cada vez que se da el primero se seguirá el segundo con intensidades distintas y decayendo por grados en el tiempo. Dicho discurso verbal puede ser guiado o no guiado. No es guiada cuando no puede concebirse un pensamiento con intensidad suficiente como para que “gobierne o dirija hacia sí mismo los que le siguen, y que sea el fin o intención de un deseo o de alguna otra pasión.”[7] Estos pensamientos pueden hacerse conciente entre pensamientos que no necesitan de mucha intensidad, lo que trae como consecuencia entre otras cosas la posibilidad de “libre asociación de ideas”, esto significa que si bien los pensamientos no son aislados, cuando estos han perdido intensidad gradualmente, pueden hacerse concientes en la medida que son asociados con otros aunque no se sigan de manera inmediata.

 

[1] Thomas Hobbes. Leviatán, Editorial Alianza. España. 2004. Capítulo I, Pág. 13

[2] Thomas Hobbes. Leviatán, Editorial Alianza. España. 2004. Capítulo I, Pág. 13

[3] Thomas Hobbes. Leviatán, Editorial Alianza. España. 2004. Capitulo IV. Pág. 35

[4] Thomas Hobbes. Leviatán, Editorial Alianza. España. 2004. Capítulo I, Pág 19

[5] http://www.mailxmail.com/curso/excelencia/historia_fisica/capitulo3.htm

[6] Thomas Hobbes. Leviatán, Editorial Alianza. España. 2004. Capítulo III, Pág. 29.

[7] Thomas Hobbes. Leviatán, Editorial Alianza. España. 2004. Capítulo III, Pág. 30.

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