Para Nietzsche el tema de la moral y la tradición tienen muchos puntos de partida, podemos decir que desde su juventud[1] su reflexión inicial identificaba en la complejidad social, el uso de la doctrina religiosa para influir en el modo de comportamiento de las personas, pero más allá de esto, también hay una pregunta por los usos y costumbres seculares y la tradición.

 

En ambos casos pareciera que lo importante es conocer su sentido original, el por qué, pero no menos importante el para qué. El origen utilitario, a cuáles intereses responde esto.

Para comenzar debemos considerar a la moral separada de la naturaleza, esto es que no podemos considerar al hombre naturalmente bueno o malo, tampoco encontraremos estas categorías en la naturaleza, por ejemplo: al contemplar la dinámica del universo, podemos percibir en el cosmos la destrucción y posterior generación de elementos con cambios muy violentos; en cuanto a la vida, vemos la adecuación de las especies en función de la supervivencia. En todos estos casos lo no vemos valores morales como la “compasión”, simplemente es la manifestación de la dinámica de una naturaleza, algo dado, cambiante sin voluntad o intención.[2]

En este sentido podemos reconocer lo moral como “supra-natural”, pero no entendida como perfeccionamiento de lo natural, sino que en tanto regulación de las inclinaciones o manifestaciones de la naturaleza en el hombre. Así pues tratamos con ilusiones, con lo irreal, pero que en la dinámica de las relaciones humanas adquiere una relevancia superior, tanto así que podemos hablar de valores que unifican a una comarca o a la civilización occidental.

Cuando pensamos lo moral como una expresión de lo humano o como un requerimiento de la paz (como oposición de la violencia que se manifiesta en la naturaleza) o de la estabilidad política, se presumen dos cosas que el autor expone a la crítica.

En primer lugar la comprensión “a-histórica” de la moral[3]. Entre las implicaciones que podemos identificar de esto es la “necesidad” y la “hiper-realidad” de los valores tradicionales. Con respecto a la necesidad encontramos en este hábito, la desconexión de los contextos históricos y que implica además la inmutabilidad de la condición moral del hombre como un aspecto de su “naturaleza” divina, política o social.

En la “Genealogía de la moral” Nietzche muestra como el tema moral, en la historia es más bien una expresión de lo conveniente.

Por ejemplo entre las normas de la práctica del judaísmo[4] encontramos regulaciones en cuanto a lo que debe comerse y lo que no, por ejemplo en el libro de Levítico encontramos lo siguiente[5]: “11:3. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis.”

En la tradición judía esta norma viene directamente de D-s, sin embargo hay innumerables debates en la tradición oral y escrita sobre su por qué. Durante miles de años la explicación dominante fue es una ordenanza divina y es la ordenanza del Creador, así como un herrero recomienda un cuidado específico a una armadura, sin embargo luego de grandes pestes, el judaísmo rabínico optó por introducir la bondad de la norma, que si bien es un mandamiento, además es útil para preservar la vida.

Visto que en las ciudades, la gente comía básicamente cualquier cosa, incluyendo gatos, ratas, perros, etc, el judío fiel a su tradición comía según la norma, evitando grandes epidemias en su comunidad.

Este ejemplo es muy útil para considerar el tema de la utilidad de la norma. Si bien esta parece tener un sentido muy práctico, Nietzsche expone que todas lo tienen en función de intereses de un grupo, es decir, en función de la dominación.

Podemos decir que no solo las reglas del comer responden a una necesidad histórica de preservación de un pueblo que requiere cada vez más hombres y más capaces y aptos para la lucha, sino que además el resto de los preceptos cumplen con el mismo objetivo de conservación.

Una de las cosas que nos llama la atención es cómo esto se revela en el uso del lenguaje ordinario. El autor toma como ejemplo el latín y el alemán (su lengua nativa), citamos algunos ejemplos:

 

“… En todas partes, “noble”, aristocrático” en el sentido estamental, es el concepto básico a partir del cual se desarrolló luego, por necesidad, “bueno” en el sentido de “anímicamente noble”, de “aristocrático”, de “anímicamente de índole elevada”, “anímicamente priviligiado”: un desarrollo que marcha siempre paralelo a aquel otroque hace que “vulgar”, “plebeyo”, “bajo”, acaben por pasar al concepto “malo”. El más elocuente ejemplo de esto último es la misma palabra alemana “malo” (schlechz): en sí es idéntica a “simple” (schlocht) – véase “simplemente” (schlechtweg, schlechterdings) – y en su origen designaba al hombre simple, vulgar, son que, al hacerlo, lanzase aún una recelosa mirada de soslayo, sino sencillamente en contraposición al noble…”[6]

 

En palabras del autor pocos prestan atención o interés a este aspecto en el uso del lenguaje, que tiene una carga de valores tradicionales fuertemente arraigado, otro ejemplo[7]:

 

“... Las palabras u raíces que designan “bueno” se transparentan todavía de muchas formas, el matíz básico en razón del cual los nobles se sentían precisamente hombres de rango superior. Es cierto que quizá en la mayoría de los casos, éstos se apoyan, para darse nombre, sencillamente en su superioridad de poder (se llaman “los poderosos”, los “señores”, “los que mandan”), o en el signo más visible de tal superioridad, y se llaman por ejemplo, “los ricos”, los propietarios”… “

 

Así mismo podemos tomar la siguiente referencia[8]:

 

“En la actualidad, el término “pagano” estaba empezando a ser casi sinónimo de cultos satánicos. Craso error. La raíz de la palabra, en realidad, estaba en el término latino paganus, que significaba “habitante del campo”. Los paganos eran por tanto literalmente campesinos sin adoctrinar apegados a los antiguos cultos rurales a la Naturaleza. De hecho, la desconfianza de la Iglesia para con los que vivían  en las “villas” rurales era tanta que el antiguo término para describir a los campesinos – “villanos”, habitantes de la villa-, había pasado a ser sinónimo de malvado”

 

Es interesante encontrarse con estos casos en el que el mismo lenguaje ya trae consigo una carga de valores importante, y que responde a una estructura social que de una u otra forma ha sido establecida con un fin.

La crítica que plantea Nietzsche es la de asumir el tema moral, sus valores y la tradición como inmutable, en lo que lo establecido, no puede llevarse a revisión, en el que se plantea en la naturaleza humana el sentimiento de la culpa y la compasión, por ejemplo, cuando responden a una doctrina que además de religiosa, manifiesta un componente importante de dominación.

La experiencia de lo real, está en el movimiento, en el devenir, en los cambios, en lo sensible, no en lo estático o en lo meramente racional.

El sentido de lo moral está más en el compromiso de lo heroico que en el de la conservación del hombre. Es el sentido religioso de lo moral y de tal compromiso[9], que describe muy bien el autor en “Humano, demasiado humano”:[10]

 

“Pueden prometerse acciones, pero no sentimientos, porque éstos son involuntarios. Quien promete a otro amarlo siempre u odiarlo siempre o serle siempre fiel, promete algo que no está en su mano poder cumplir; lo que puede prometer son actos o manifestaciones, que si ordinariamente son consecuencia del amor, del odio, de la fidelidad, pueden también provenir de otras causas,  puesto que caminos y motivos diversos conducen a una misma acción. La promesa de amar a alguno significa, pues, lo siguiente: Mientras que te ame, te mostraré pruebas de mi amor; si dejara de amarte, continuarás, no obstante, recibiendo de mi iguales manifestaciones, aunque por motivos diferentes, de manera que en concepto de los demás hombres persista la apariencia de que el amor será inmutable y siempre el mismo. Así, pues, el hombre promete la persistencia.”

 

El compromiso de lo heroico es visible en ese verse obligado al cumplimiento del deber asumido, es además parte de ese compromiso de lo moral, de lo establecido, de lo aparentemente invariable.

 

 

[1] Nietzsche, F. “La Genealogía de la Moral”. Edit. Alianza, Madrid - 2001 Prólogo § 3.

[2] Nietzsche, F. “La Gaya Ciencia” § 332 §109, etc.

[3] Nietzsche, F. “La Genealogía de la Moral”. Edit. Alianza, Madrid - 2001 Tratado Primero: <<Bueno y malvado>>, <<bueno y malo>> § 2.

[4] Tomamos al judaísmo porque tenemos la referencia más cercana no porque sea un ejemplo adecuado al desarrollo del planteamiento nietzschiano.

[5] La Santa Biblia, Reina Valera 1960, Sociedades Bíblicas Unidas, Bogotá - Colombia 1997.

[6] Nietzsche, F. “La Genealogía de la Moral”. Edit. Alianza, Madrid - 2001 Tratado Primero: <<Bueno y malvado>>, <<bueno y malo>> § 4.

[7] Nietzsche, F. “La Genealogía de la Moral”. Edit. Alianza, Madrid - 2001 Tratado Primero: <<Bueno y malvado>>, <<bueno y malo>> § 5.

[8] Brown, Dan. “El Código Da Vinci”. Edit. Urano, Barcelona – España. 2003 Pag. 53

[9] Nietzsche, F. “Más allá del bien y del mal” Edit. Libsa. Madrid, España. 2000. Cap. 3 § 58

[10] Nietzsche. F “Humano, demasiado humano”. Editores Mexicanos Unidos, 1986. Cap. 2§ 58

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