Lo siguiente son apuntes sobre Freud, espero pueda ser de ayuda para quien busca un bosquejo sobre las bases del psicoanálisis clásico.

 

Adrián García - 15/06/2006

El hombre viene con una necesidad natural que exige satisfacción, eso es el ello, se da en la necesidad de satisfacer necesidades y se da de manera natural en el niño, es decir, viene con él. Inicialmente son necesidades corporales de “auto-conservación”, experimenta deseos, como por ejemplo, el comer. Freud lo toma de Nietzsche. En Nitzsche es lo impersonal natural que se expresa en el individuo, fuerza impersonal que se manifiesta en forma de deseo.

El hombre es parte de la naturaleza y de una u otra forma la naturaleza se expresa en el individuo, que está más conectado con la naturaleza. Escapa de lo conciente, está ligado a la pasión. Para Nietzsche y Freud es igual en este punto. El niño solo viene con un ello. Este es el lugar de las pulsiones. Este es uno de los conceptos más oscuros de Freud.

El instinto es una necesidad natural que desemboca en una conducta que es invariable. El instinto viene de la palabra que significa “aguijonear”, es como un aguijón que atraviesa toda la conducta desde principio a fin, frente al mismo estimulo la conducta final será la misma con un fin meramente adaptativo. Es decir la acción está completamente determinada por el instinto. Por ejemplo el caso del perro, él olfatea que la perra está en celo y la monta, pero no lo puede dejar para más tarde o buscar otro sitio más adecuado entre otros, sino que el olor es el estímulo, él tiene una necesidad y responde a ese estímulo, siempre de la misma manera; no puede decidir no hacerlo, no tiene posibilidad de elegir otra.

En cambio el caso de la pulsión, viene del término pulsar, es una pulsación, no es un aguijón que atraviesa la conducta de principio a fin, sino que solo representa el comienzo de la conducta. Esta no está totalmente determinada por ese impulso inicial que es la pulsión. Lo propio de la pulsión es precisamente la pulsación y luego la conducta lejos de quedar en manos de la naturaleza queda en el caso del ser humano en lo sociocultural. Es decir el hombre por ejemplo tiene una pulsión sexual, tiende esa inclinación a lo sexual que es lo que motiva su acción, acciona una determinada conducta pero luego la manera de la conducta no está determinada por lo natural sino por el contexto social con respecto a la sexualidad.

El niño lo que trae entonces es un cúmulo de pulsiones, que exigen satisfacción, porque en la mente desde el nacimiento hasta la conformación adulta hay un principio que rige toda la actividad psíquica, que es el principio de placer. El principio de placer le dicta al psiquismo buscar el placer y evitar el displacer. La pulsión que, ahora es necesidad, exige satisfacción, hasta que ella no sea satisfecha eso se siente como displacer. Es decir el displacer es ausencia de satisfacción. Esto tiene relevancia porque si tomamos el caso de un niño que tiene un estado psíquico de reposo inicial al nacer hasta que no sienta la primera necesidad no se crea un desbalance en su psiquismo y es un desbalance, para Freud, de tipo energético.

Como consecuencia de la necesidad hay una subida de la energía psíquica, esa sobre estimulación es placer. La mente busca estar en “0”  y cuando se presenta una necesidad, también se presenta una tensión que hace subir la energía, esto es displacer.  Las pulsiones sobre excitan a la mente y por eso son responsables de que el ser humano actúe. Las pulsiones conducen al organismo a hacer algo, buscar la satisfacción. Es decir cuando se presenta ese desequilibrio energético que ocasiona el displacer, la mente busca el placer. El modelo de placer para Freud es la ausencia de excitación. Por eso el principio de placer es llamado también, Nirvana, porque es una tendencia del psiquismo a anular la excitación. Y ese paradigma es desde la satisfacción. Cuando el niño llora es precisamente por el displacer, cuando por ejemplo la madre le da pecho, esta calma su desequilibrio psíquico y el pecho además se convierte en el primer objeto de satisfacción del niño.

Hasta ahora el niño es puro “ello”; no tiene “yo”, conciencia, hasta que no exista frustración, es decir hasta que el niño tenga la necesidad de comer y la madre no está allí para satisfacerlo, por ejemplo, el niño no comienza a diferenciarse del mundo. Él no viene con un “yo” constituido, es decir en este caso conciencia de sí,  tampoco del mundo, que es la otra cara del yo, que es lo otro. En este sentido Freud está interpretando el psiquismo del niño, la experiencia del niño en ese sentido es de total fusión del mundo, él y mundo son indistinguibles. Ni siquiera hay un concepto de “yo” y de “mundo”, es uno junto con la madre, el cuerpo de la madre es una “extensión” de su propio cuerpo. Luego, si el niño tuviera todas sus necesidades satisfechas, no tendría porque desarrollar un “yo”, porque el “yo” es una respuesta a un mundo que no siempre me satisface. Como el mundo no me satisface y por tanto se hace los inicios de la disfunción del “yo” y otra cosa, en este caso, es una cosa que produce displacer, que es mala (no en sentido moral, sino de displacer), produce dolor, el mundo se ve inicialmente como lugar de frustración, pero que es necesaria para que el niño comience a distinguirse con un “yo”, que va a tener como instancia psíquica la misión de orientar al organismo en ese mundo exterior que es adverso, a buscar la satisfacción cuando no se da de manera inmediata. Por eso es una instancia orientadora.

La madre no está y por eso debo llorar, incluso luego hablar, para poder hacer entender la necesidad que quiere ser satisfecha. Por ejemplo, no lloro por hambre sino porque me hice pipí. El “yo” también permite, además de orientarme en el mundo exterior, hacer prioridades de mis necesidades.

            Todo el modelo freudiano de la mente es un modelo si se quiere naturalizado, es decir, que lo que se considera mental o psíquico es consecuencia de la relación de un organismo natural y un mundo igualmente natural. No se puede considerar lo mental como ajeno a lo natural, o como opuesto a lo natural, como se hizo según Freud en la filosofía, a saber: lo natural por un lado y lo espiritual por otro. Hay una especie de continuidad entre lo natural y lo que después llamamos mental. El “yo” es entonces un producto psíquico que es consecuencia de un organismo que vive en un mundo que no siempre le provee, que no siempre le da lo que quiere y a la vez de un organismo que tiene necesidades, deseos y frustraciones.

            Una tercera instancia es el “súper-yo”, que es una respuesta a un mundo pero en sentido cultural, a un mundo humano. El “yo” es como un sello en nuestra mente de una falta, una querencia, es una figura compensatoria a un mundo natural-material. El “súper-yo” también es una figura compensatoria. El organismo no es sólo, sino que es una apertura hacia el mundo, y también a los otros que nos configuran de una u otra forma. Como el organismo humano al nacer es profundamente dependiente, emerge el súper-yo, que es consecuencia de la dependencia con respecto a los otros. Necesitamos de los otros para que nos cuiden, para poder conservarme vivo.

Inicialmente es la madre, ella es el primer objeto de satisfacción para el niño. Es para Freud, el primer objeto “erótico” porque las pulsiones que buscan la conservación son expresión de una fuerza vital que busca reunir vida para crear más vida. Este es el Eros, que se manifiesta en forma de las pulsiones que buscan preservar al organismo vivo, crear vínculos con otros seres humanos. No es correcto decir que el Eros es la “pulsión de vida”, hay pulsiones de vida y estas son expresión del Eros, de esta fuerza (energía) vital. En los tiempos de Freud se estaba hablando de la energía y luego por eso su pensamiento está centrado en este aspecto, energía y naturalísimo. El Eros se expresa en el ser humano pero también en todo el universo, es decir, la fuerza responsable de los cambios naturales, que las cosas se mantengan en la vida, la responsable de que se desarrollen configuraciones genéticas, entre otros, son expresiones del Eros. Pero se expresa en el hombre en forma de mi deseo por los otros, mi deseo de comer, de cariño, entre otros. Eros también es satisfacer las necesidades, y todo lo que es reunión, síntesis, complejidad, entre otros.

Para Freud hay otra fuerza que es de muerte, que consiste en la fragmentación, separación, romper vínculos, entre otros, en el ser humano se manifiesta en forma de agresividad, de violencia, etc., es el Thanatos. Son maneras que buscan romper vínculos. Esas fuerzas no se expresan de la misma manera, si en la naturaleza se expresa, por ejemplo en el paso de la vida inorgánica en la vida orgánica, ese paso significa en Freud, Eros que busca hacer más compleja la vida, pero esa fuerza cuando atraviesa un organismo con una mente se expresa en otras cosas, como a través de sentidos humanos, culturales, sociales; luego esa fuerza que hace que un perro monte una perra, cuando atraviesa un organismo con una mente, se expresa en forma por ejemplo de erotismo, producciones simbólicas de erotismo o en la sexualidad.  “Una pulsión es lo que le ocurre a un instinto cuando habita un organismo que tiene una mente”.

En el “ello”, las pulsiones siempre están entrelazadas, ellas actúan juntas, las pulsiones de vida actúan junto con la muerte. Este es otro elemento que agrega Freud a este “teatro metafísico” si se quiere, nunca se logró aislar algo que fuese solo expresión de vida o de muerte, para Freud siempre están mezcladas. Él pone el siguiente ejemplo, cuando un niño come busca la forma de reunir vida para producir vida, además significa que uno mete algo extraño dentro de mí, pero allí también se expresa la muerte porque para poder injerir debo destruir la comida.

Siempre las dos fuerzas actúan mezcladas, siempre hay una dialéctica entre la vida y la muerte en todas las expresiones de la vida de un hombre. En el sexo que busca unión, procreación, etc., se manifiesta el Eros, pero para que se pueda dar lo sexual como expresión de Eros tiene que darse también la violencia. Es el primero que dice a nivel teórico que para que pueda haber sexualidad debe haber violencia también.

            Porque el niño siente placer cuando succiona el pecho de la madre es que se da la etapa oral en el niño, llevándose todo a la boca, el dedo, etc., y esto para Freud, causa placer también, pero no tienen que ver con la auto-conservación, todo este tipo de placer que no está al servicio de la auto-conservación, forman lo sexual. Es el placer que no está al servicio de algo biológico, y que no puede ser explicado biológicamente. El objeto sexual es la madre, pero aparece otro individuo en ese triangulo, en ese primer espacio erótico interpersonal del niño, que es el padre. El padre representa para el niño aquello que por primera vez pone en peligro el que ese objeto de deseo sea solo para mí, en como un contrincante. La madre es todo para el niño, representa el mundo para el niño. De hecho para Freud cuando el niño tiene hambre y no está la madre experimenta una fantasía de fin del mundo.

Que luego uno lo siente con las depresiones, cuando una ama mucho algo y ese objeto desaparece y se tiene una experiencia de fin del mundo, ya no quiero colocar amor más en el mundo porque el mundo no me da amor de vuelta; es lo que siente el niño, el niño necesita la madre, la quiere, entonces quiere preservar ese mundo a toda costa y aparece el padre que es el primer “otro”, y comienza aparecer el inicio de lo moral en Freud. El padre representa al otro, y el otro representa para mí la restricción de mi deseo, no porque no me satisface sino porque no todo lo que yo deseo puede ser solo para mí. Tengo que compartir el objeto de mi deseo con el otro.

            Esa figura del padre, del otro, representa a la cultura, lo queque coloca restricción a mi deseo. El “yo” es una estructura compensatoria en un mundo que materialmente no me da todo lo que yo quiero, ahora el súper-yo es una estructura compensatoria por vivir en un mundo  cultural en donde lo que yo deseo no puede ser solamente para mi. El niño porque siente ese miedo amenazante, comienza a sentir rivalidad hacia el padre, pero también amor porque el padre también representa cuido, luego es una mezcla de emociones. La relación del niño hacia el padre es de profundo amor y profundo odio. El quiere que el padre desaparezca del mapa, pero no quiere que eso suceda porque lo necesita. ¿Cómo se resuelve psicológicamente tal ambigüedad? A través de la identificación con el padre.

La identificación es el mecanismo psíquico a través del cual se resuelve el dilema. Es muy parecido al comer. Debo tragarme la comida pero debo también destruirla y ese será el modelo para Freud de la identificación. Yo siendo como mi papá resuelvo el problema, porque siendo como él, puedo tener a mi mamá también. Si yo me identifico como mi papá logro tener vía el otro, el objeto de mi deseo. Entonces este otro que coloca restricción a mi deseo va a ser la vía para yo lograr la satisfacción de mi deseo. Yo siendo como los otros, voy a poder conseguir indirectamente lo que yo quiero. La cultura significa eso, yo siendo así puedo tener de manera mediada lo que deseo. Pero además identificándome con mi padre, yo voy a internalizar a mi padre de manera psicológica, pero además como metabolizar dentro de mí, me lo voy a comer. De esta manera, siendo como él, soy como él y lo elimino. El padre como analogía de los otros, comiéndome a los otros, soy como los otros y elimino a los otros también. Y así logo salirme con la mía. Lo que pasa con el súper-yo es lo siguiente:

El padre que colocaba restricciones, que decía que no, se instaura en forma de mi súper-yo que es la que prohíbe, que dice que no, que coloca restricciones de ser. Es la parte del súper-yo que reprime las pulsiones del ello cuyo contenido no es admisible culturalmente o socialmente o moralmente.
El padre amado, yo quiero ser como mi padre, y esto internalizado representa los ideales, el deber ser. No es solo la prohibición. Así como el padre no te es lícito ser y así como el padre debes ser. Esos son los dos mandatos que se internalizan como consecuencia de esto.
La cultura para Freud es un medio de supervivencia para el hombre, no se puede separar civilización de cultura. Civilización como la apropiación técnica del mundo y cultura como todas esas formas, no todas iguales, que vinculamos con la moral, con el arte, etc. Las dos son estructuras compensatorias para el organismo humano. Ese super-yo le colocará las restricciones a mis deseos que no sean admisibles moralmente, por ejemplo en la primera etapa de Freud era inclinado a pulsiones de tipo sexual y ya en el “Malestar en la Cultura” las de tipo de muerte. La cultura es una manera en que los seres humanos nos protegemos de nuestra propia agresividad.

Mi agresividad que están dirigidas hacia afuera, no la puedo sacar o expresar porque tengo un super-yo que me lo prohíbe. Estas censuras hacen que la agresividad sea dirigida contra el propio individuo. Todo lo que se reprime, un deseo, lo que se reprime es la acción final de la conducta, la energía erótica o thanática, el super-yo la vuelve contra el propio individuo al no permitir salida. En forma de autoerotismo por ejemplo, a través de la creación artística. Y la agresividad por ejemplo se dirige contra el individuo en conciencia de culpa, es decir que esa energía la asume el super-yo para castigar al individuo cada vez que desea lo prohibido. Esto es inconciente. Una pulsión al ser reprimida no se desvanece, sino que se mantiene “latente” tratando de ser satisfecha. En “Estudios sobre la Histeria” Freud dice que el síntoma es la palabra ausente, al convertirse en palabra el síntoma desaparece.

            Otra instancia psíquica es la división de conciente, pre-conciente e inconciente. Estas son universal, que se dan en todos los hombres, invariable, siempre son esas tres independientemente de la cultura, y son ahistóricas. En este orden, distingue tres niveles de la actividad psíquica: el consciente, el preconsciente y el inconsciente. Mientras el preconsciente (que pertenece al yo) está constituido por los contenidos psíquicos que son solamente inconscientes de manera latente y que son susceptibles de ser conscientes, el inconsciente (un sistema -al que llama sistema Inc- más bien propio del ello) alberga los deseos y pulsiones reprimidos o censurados que no afloran a la conciencia y que son atemporales, es decir, no sujetos a las categorías habituales del tiempo. Los contenidos del preconsciente pueden estar disponibles para la conciencia, mientras que los del inconsciente nunca pueden llegar a aflorar a este nivel.

En una primera etapa (anterior a 1923) Freud coloca en el inconsciente los deseos reprimidos, que son la expresión psíquica de excitaciones somáticas o pulsiones, generalmente constituidos por deseos infantiles censurados o reprimidos, que tienden a ejercer una fuerte presión sobre la conciencia, pero que solamente pueden manifestarse a través de mecanismos como los del desplazamiento o de la condensación. La energía del inconsciente está regida por el principio del placer, que se opone al principio de realidad, y sus manifestaciones más destacables son los sueños y los actos fallidos. A partir de 1923 Freud distinguió tres instancias formadoras de la personalidad: el ello (o id), el superyo (o super ego) y el yo (o ego). El ello o id representa las tendencias inconscientes e instintivas, regulado por el mencionado principio del placer, pero no se confunde con todo el inconsciente, que abraza también algunos aspectos del propio yo y del superyo.

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